La lectoescritura la iniciamos en este nivel de 3 años partiendo de los nombres de los niños y niñas.
El nombre no es un mero texto a trabajar, sino que posee una gran carga afectiva. Es algo propio, exclusivo de ellos/as, que los identifica y diferencia del resto. Representa su identidad personal, por ello se convierte en un texto esencial a trabajar en el aula.
Puede que a un niño/a no le interese aprender a escribir la letra A porque es la que toca, es la primera del abecedario, es la que dice la seño que hay que repasar en los puntitos una y otra vez... pero si la letra A es la letra de su nombre, entonces la cosa cambia... entran en juego mecanismos emocionales que despiertan el interés y la motivación de los niños/as y de pronto quieren aprender a reconocerla, a escribirla, la buscan por todos lados.... Una muestra más de que sin emoción, no hay aprendizaje.
Además, el aprender a leer y escribir su nombre tiene una gran funcionalidad en la rutina escolar: Son capaces de encontrar su nombre en el mural de asistencia, de saber cuál es su casillero, su libro. Escriben su nombre en sus dibujos y tareas que hacen en clase y así lo identifican. Y trabajar 26 nombres nos da a conocer un gran repertorio de letras, casi todas las del abecedario.
Una actividad que hemos hecho relacionada con nuestro nombre ha sido identificar su su nombre el "largo" o "corto". Esto le ayudará mucho a la hora de reconocer su nombre entre todos los de la clase.
En asamblea, presenté carteles con los nombres de cada uno/a y les dije que los íbamos a clasificar en largos y cortos. El problema era determinar el número de letras que tenían que tener para ser considerados de un grupo u otro. Lo más sencillo que me pareció fue escribir su nombre en los dedos de su mano (una letra por dedo). Si cabía en una mano lo considerábamos "corto" y si necesitábamos las dos manos lo considerábamos "largo".
Puede que a un niño/a no le interese aprender a escribir la letra A porque es la que toca, es la primera del abecedario, es la que dice la seño que hay que repasar en los puntitos una y otra vez... pero si la letra A es la letra de su nombre, entonces la cosa cambia... entran en juego mecanismos emocionales que despiertan el interés y la motivación de los niños/as y de pronto quieren aprender a reconocerla, a escribirla, la buscan por todos lados.... Una muestra más de que sin emoción, no hay aprendizaje.
Además, el aprender a leer y escribir su nombre tiene una gran funcionalidad en la rutina escolar: Son capaces de encontrar su nombre en el mural de asistencia, de saber cuál es su casillero, su libro. Escriben su nombre en sus dibujos y tareas que hacen en clase y así lo identifican. Y trabajar 26 nombres nos da a conocer un gran repertorio de letras, casi todas las del abecedario.
Una actividad que hemos hecho relacionada con nuestro nombre ha sido identificar su su nombre el "largo" o "corto". Esto le ayudará mucho a la hora de reconocer su nombre entre todos los de la clase.
En asamblea, presenté carteles con los nombres de cada uno/a y les dije que los íbamos a clasificar en largos y cortos. El problema era determinar el número de letras que tenían que tener para ser considerados de un grupo u otro. Lo más sencillo que me pareció fue escribir su nombre en los dedos de su mano (una letra por dedo). Si cabía en una mano lo considerábamos "corto" y si necesitábamos las dos manos lo considerábamos "largo".
Una vez que cada niño/a tenía claro si su nombre es largo o corto, pegaron su nombre en el mural correspondiente
Pedro nos sorprendió la semana pasada cuando en casa escribió ANA, y empezó a dar saltos.....ahora lo entiendo.... jajajaja
ResponderEliminar😊😊 son verdaderas esponjas!
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